Debe ser así el Reino de los cielos, una mezcla de dolor, ahí está la cruz y persecución, y allí está la alegría de Jesús, Guillermo, Angel, Satur y Paul con sus gentes y comunidades, proyectos en marcha, proyectos en el aire. Es la vida misma donde se abre camino la esperanza y una fraternidad que se va construyendo.
Ya sé que uno puede pecar de candidez. Los hay cándidos hasta por naturaleza. Pero estos chavalines (internos en la misión) que van y vienen a la escuela, al campo, que organizan sus partidos de futbol, que conocen a los bueyes y los llaman por su nombre: Nukusuri (el de los cuernos hacia atrás) Babiire (blanca con manchas marrones), Raneeye (la blanca), Beynge ( la vaca con un ternero)… que van a pedir un consejo al dothidjo (el anciano), las comunidades de Dunkasa, Kpehonga, Basán, Kitakperou... los ratos de oración, las fiestas...no son música celestial, es una esperanza viva en la bondad del hombre, y como imagen, proyecto, motor… la bondad y el amor de Dios que nos pone en movimiento.
Es un proyecto de hombre solidario, de relaciones fraternas y universales, es la fe en Dios que nos impulsa, es el reconocimiento de su amor que nos acoge en sus brazos y nos invita a ir hacia el otro, el prójimo, el hermano con las mejores intenciones y disponibilidad.
Es una utopía, un sueño grandioso que se va haciendo realidad, que se palpa, que se constata, la fiesta del pueblo gando fue una realidad y en la que Angel se encontraba a las mil maravillas.
Hemos conocido el amor. A pesar de todo surgen dudas y Paul, el dothidjo, el anciano, me las expresa con toda su crudeza:
- Los jóvenes no nos quieren.
- ¿No nos quieren?
- Exacto. Somos dothidjo y molestamos. No entienden nuestros argumentos, no quieren entrar en nuestros procesos, reflexiones, conclusiones...somos agua pasada, un mundo gastado e insípido. No valemos ni las piezas de un museo.
- Bueno, a tí te ha tocado ser formador, responsable de noviciado, habrás tenido que intervenir en ocasiones difíciles, animar y segar proyectos... y luego regional, superior regional con vara de mando y sillón para administrar justicia. Has jugado un papel especial.
- Bueno, es posible, pero a pesar de todo veo una reacción sistemática de un joven hacia las palabras de un anciano. Hay una oposición automática antes de reflexionar.
- Eso es propio de toda familia que se respeta ¿No te das cuenta cómo reaccionan los hijos hoy ante la autoridad, ni siquiera autoridad, presencia, opinión, la palabra de un padre que le está guardando en casa porque no se casa ni se independiza, ni toma una responsabilidad?
Seguramente hay un problema generacional que se presenta con más contrastes y aristas y formas nuevas que en otros tiempos, pero también creo que el joven tiene menos capacidad de arriesgar, de lanzarse a la aventura, de invertir en un mundo futuro que aparece muy descosido, difuminado e incierto. Se ha criado en la seguridad, orden, bienestar, facilidad y así sucesivamente. No conoce el riesgo; todo le viene de vobilis-vobilis.
Le suelto al pobre Paul todo un discurso del que desconozco verdaderamente los mimbres, pero concluyo:
- Lo cierto es que he estado hablando con Johnson (compañero de Paul, también misionero, jovencito, recién ordenado sacerdote) y me dice que está encantado con vosotros y siente que os vayáis porque teme por su futuro. Se ha enterado de que Satur se va y tú le dijiste, Paul, que te vas también. Él dice que es feliz con vosotros y se pregunta cómo se las va a arreglar él solo.
- Amen.
Rafael Marco, sma.
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